LA FRASE

LA FRASE: "Buscad la belleza, es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo" (Ramón Trecet).

Diez años desde mi primer tresmil.

Ha llovido mucho, o no tanto, el caso es que desde mi primera subida a un tresmil han pasado ya diez años. Fue un mes de agosto del año 2000 y no fue otro que el Pico de Aneto. Resulta curioso que mi tardío comienzo en esto de subir picos lo hiciese con el pico más alto de los Pirineos pero a veces las cosas salen como salen y uno no las elige. Fuese por cabezonería o no, allí que me planté, en la cima de este coloso desde donde todo se ve y aunque ahora me sonroje un poco al recordarlo por haberlo conseguido a la tercera intentona al menos sé que pude vencerlo con la poca, poquísima experiencia que tenía entonces y cuando el material del que disponía era ridículo comparado con lo que actualmente se ve por nuestras montañas. Para empezar iba con chándal como pantalones, un forro polar, unas botas de trekking que me iban demasiado justas y unos crampones y piolet viejos alquilados en una tienda de Benasque... vamos, todo un montañero de postín!!

Mava en el Aneto, un montañerete de lo más peculiar.

Como digo fue a la tercera; las otras dos ocasiones fueron en años anteriores, una vez desde la Besurta y me quedé en mitad del glaciar de Aneto donde unas rozaduras me hacían sufrir a cada paso y la otra vez fue poco antes del collado de Coronas tras subir desde los ibones del mismo nombre; esta vez no encontramos claramente el paso al otro lado, al lado del glaciar de Aneto. Como dicen que a la tercera va la vencida pues volví a intentarlo, también desde la vertiente de Coronas y así una mañana tras dormir al lado de los ibones, mis amigos Carlos, Ramón y yo logramos subirlo, mientras que Angel prefirió esperarnos al pie del Puente de Mahoma ya que no le daba ninguna confianza.

Desde entonces he subido unos 60 tresmiles más, quizás para compensar lo que me costó subir el primero... Ahora me veo con la confianza y la seguridad que da la experiencia, pero eso sí, sin olvidar la prudencia que debe ser compañera inseparable de cualquier montañero que quiera seguir disfrutando de esta más que afición, pasión. Una pasión que es difícil de explicar para quien no la viva. Unas veces deseas olvidarte de ella cuando estás agotado o con dolores o duermes mal en los vivaqueos, etc, pero al día siguiente, una vez en casa empiezas a pensar en la siguiente salida, en la siguiente cumbre que te hará vivir lo mismo,  es inevitable, ya sea bueno o malo sin duda volverás a este terreno, el de la roca, el hielo y el viento.

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